Dentro de las estructuras éticas y ontológicas del ser del hombre se en cuentra principalmente el deseo, elemento constitutivo que nos hace seres humanos. Pero éste adquiere diferentes significados según las distintas perspectivas teóricas desde las cuales se le aborda. Desde el sentido común, el deseo tiende a ser identificado con el deseo sexual. En esta misma línea de interpretación, pero desde un en foque científico, la concepción freudiana asocia al deseo con la libido, es decir, con el impulso sexual reprimido en el individuo, no susceptible de realización, precisamente por razones sociales, axiológicas y culturales. Se trata del deseo sexual sublimado.
Esta concepción libidinal del deseo resulta ser insuficiente para dar una explicación de la rica complejidad del fenómeno, toda vez que éste, como manifestación de la acción humana que es, no se reduce sólo a deseo sexual, pues el hombre es sujeto del deseo de muchas cosas más.
En este sentido, se dice que el hombre es un ser con relación a sus posibilidades, esto es, se define como naturaleza posible; en pocas palabras, como deseo de llegar a ser plenamente libre, y con ello, más humano. En cuanto sujeto del deseo, el hombre... es naturaleza ambigua, abierta, susceptible de devenir y autotransformarse. Naturaleza esencialmente histórica, esencialmente ética (y axiológica, en general);
muy buena tu publicación, sigue así
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